martes, 21 de octubre de 2008

Taller de TANGO en NECOCHEA

ANALISIS Y PRINCIPIOS que rigen los objetivos del Taller de Tango que es dictado por el Arquitecto Miguel Angel Bayón.
Expongo estos conceptos desde la temática del Tango, por ser nuestra actividad, pero todo lo que aquí diré es extensivo a otras las expresiones de la Cultura Popular, como el folklore, las artes plásticas, la literatura, etc., etc. Especial importancia tiene hacerlo desde esta expresión cultural pues EL TANGO es reconocido mundialmente como sinónimo e identidad de argentinidad. Por ser, a mi juicio, la rama más representativa del ARTE POPULAR ARGENTINO.
El taller ofrece un espacio de participación para desarrollar esta expresión cultural, que además de posibilitar una interesante actividad social, física y recreativa, otorga la oportunidad de reconocernos alrededor de nuestra CULTURA POPULAR e identificarnos como pertenecientes a un pueblo con sentimientos y necesidades comunes. Una identidad que se encuentra incompleta; ya que fue intencionalmente negada a lo largo de nuestra historia y que atraviesa por ende a la propia historia de Tango. El Tango como arte popular que fusiona música, danza y poesía viene desde hace más de un siglo reflejando como un espejo social los sentimientos más auténticos y profundos del pueblo con una vigencia inalterable. Más de cincuenta mil obras editadas a lo largo de su historia así lo testifican.
El Tango como género de expresión popular comienza a forjarse aproximadamente en 1890 en un territorio que cobija hombres de diferentes orígenes, en una Nación en formación pero que se expande bajo las sombras de profundas desigualdades sociales. Desigualdades que el Tango reflejó con su arte singular; criollos, gauchos, negros, pardos, mulatos e inmigrantes pobres conforman su base sociológica y geográficamente se desarrolla en el “arrabal” que es allí donde el campo se encuentra con la ciudad y la ciudad con el campo. El Tango no nace “ciudadano”, el tango es “orillero” es creación espontánea y netamente popular. Allí, en la “orilla”, es donde conviven arrieros, carreros, gauchos que expulsan los nuevos alambrados, la soldadesca, los faenadores, los pequeños comerciantes, etc. ,etc. Por su esencia y espíritu nos contiene a todos los argentinos, más allá de que muchos sectores de la población también se sigan expresando por medio de sus artes y culturas folclóricas regionales. En un sentido amplio podemos decir que también es arte Rioplatense y en un sentida más amplio aún Latinoamericano, si consideramos que Latinoamérica es el país que no fuimos, pero que necesariamente deberemos ser.
Desde principies del siglo XX el Tango continúa su desarrollo sostenido, cada vez con un contenido más libertario y creativo a medida que el pueblo lograba sus conquistas “democráticas” que se expresan en lo político con la llegada de Irigoyen a la presidencia de la Nación. Con el desplazamiento de éste por el “Alvearismo” primero y con el golpe de Uriburo después, algunas expresiones tangueras comienzan a tomar un tinte “aristocático” , mientras otras se mantienen fieles a su origen popular de arrabal y pampa.
Superada la crisis de los años 30 y con la toma de conciencia de las limitaciones de un modelo de desarrollo agro-exportador, se genera un incipiente proceso industrialista de sustitución de importaciones y desarrollo de infraestructuras básicas, fundamentalmente en manos del Estado Nacional que se profundiza a partir de la mitad de la década del cuarenta cuando Perón asume el poder. Esto genera un importante desarrollo de las fuerzas productivas nacionales y produce una profunda movilidad social generando la segunda gran ola migratoria, pero esta vez no fundamentalmente desde el extranjero, sino desde el interior del país hacia los centros industriales.
Este desarrollo en lo económico como en la organización social se refleja en todas los aspectos artísticos y culturales que se expresan a través del tango, fue la época de su máximo esplendor tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo. “Que saben los pitucos, lamidos y shushetas” provocaba Alberto Castillo, el cantor más popular de la época, a una oligarquía que se resistía a perder su primacía, su sesgo aristocrático, pero que se quería sumar a la fiesta popular.
Es la llamada “ Gloriosa década del 40”, que en realidad abarca el período que va desde mediado de los años 30 hasta 1955. En todo este período el Tango se practica masivamente en cada lugar de encuentro social, sea este un club de barrio, ciudad o pueblo. Así definitivamente alcanza el rango de ARTE NACIONAL ARGENTINO, trascendiendo las fronteras de su propio país por su reconocida calidad, creatividad y autenticidad. “Conjuro extraño de un amor hecho cadencia, .…salio del sórdido barrial buscando el cielo”, sintetizaría magistralmente Discepolín.
Esa tendencia de auge se revierte a partir del golpe militar de 1955 iniciándose un largo período de relegamiento a favor de culturas extranjeras, fundamentalmente la anglosajona, como consecuencia del reagrupamiento de los “países potencia” que recuperados de su beligerancia inter-imperialista en la llamada segunda guerra mundial, ponen sus ojos nuevamente en sus antiguas colonias. Intereses de penetración económica y dominación cultural pudieron gozar de los beneficios de la difusión a gran escala al contar con la complicidad de sectores sociales locales ligados históricamente a aquellos intereses y culturas. Quizá el caso más patético resulte el de un poeta de la talla de Homero Expósito, que tuvo que pasar de escribir letras de tangos profundas como “Yuyo Verde” o “Afiches”, a hacer letrillas insignificantes como “Marcianita” para seguir subsistiendo.
Podríamos decir también, que el Tango aporta el primer mártir de este retroceso con la absurda muerte de Enrique Santos Discépolo, una personalidad demasiado sensible para soportar los duros ataques recibidos por su participación a favor de un gobierno que logró alcanzar el más alto porcentaje en la distribución de la riqueza nacional. Su muerte fue un temprano anticipo de “lo que vendrá”, infinitamente peor.
Así la voz del Tango fue acallada, junto a tantas otras, para ceder lugar a pautas culturales, que en el mejor de los casos fue meramente pasatista y que en otros, para nada inocentes, nos plantearon el desinterés por nuestros patrimonios materiales y culturales, presentándonos modelos totalmente contrapuestos que condujeron irremediablemente a la fragmentación social, planteándonos la salida individual como unica solución a los problemas del ser humano, y poder así, romper todos los lazos de solidaridad social que fuimos construyendo a lo largo de nuestra historia.
El mensaje fue simple pero letal: SI LO TUYO NO VALE, VOS TAMPOCO VALES. Si no valen tus gustos, costumbres, tus sentimientos, tu identidad, tus pertenencias, tus ideas, tus tierras, el resultado de tus trabajos, tu arte, tus ídolos, etc, etc,…vos tampoco vales.
En este proceso de degradación económica, social y cultural, que se profundizó a partir de 1976, se llegó hasta el límite tremendo de denigrar el uso de la política, que es el mayor instrumento de defensa de los pueblos, ¡¡¡Cuanto machacaron los medios de difusión ideológica para hacernos creer que el Estado era la principal causa de nuestras desgracias, y que nosotros éramos incapaces de manejarlo !!!
Ya casi es imposible escuchar música en castellano y la música “disco” inunda las emisoras, cines, etc. Los artistas locales que logran resistir el embate, lo hacen en base a sus grandes dotes artísticos,… pero ya no expresan la esencia colectiva y participativa de la cultura tanguera. Ahora un pequeño público pasivo se repliega para escuchar el virtuosismo de un Piazzolla o un Goyeneche; pero el argentino ya no es un “ser social”, es tan solo un “escucha” en soledad.
Ya sobre los años 90, en pleno auge del neoliberalismo surgido de un mundo “unilateral” proclamaron el fin de las ideologías y la historia, ya que ellas bien nos muestran como han podido caer feudos, imperios, monarquías, dictaduras y falsas democracias, que parecían indestructibles hasta el día anterior a su derrumbe. Ahí, más que nunca intentaron hacernos creer que la realidad es inmodificable: por un lado los que todo lo pueden, y por otro, los que nada pueden hacer. Ya en este punto de la historia la autoestima de los argentinos cae a niveles inimaginables, la fragmentación y degradación social llega a profundidades letales. ( Merecería un análisis más profundo ver como se expresan hoy esa fragmentación y degradación social en las pautas culturales, usos y costumbres que nos propone la “cultura dominante” y ver como claramente se contraponen a las pautas aglutinantes de la cultura tanguera. )
No es mi visión la de un estrecho nacionalismo, incapaz de reconocer los valores de otros lugares, muy por el contrario, es positivo conocer todas las culturas y artes populares porque nos enriquecen. ¡ Solo reclamamos que no nos quiten o limiten la nuestra. !
Reconstruir nuestra identidad es un derecho que debemos ejercer si queremos romper con la desculturalización de un pueblo que conoció un alto nivel de desarrollo en su organización social; aunque no lo suficiente como para impedir frenar los embates que contra él se avecinarían en décadas posteriores.
No obstante hoy nos encontramos con condiciones particularmente favorables para recuperar este ESPACIO CULTURAL, pues Argentina y los pueblos de América Latina parecen despertar de un letargo político y social que los sumió en la más profunda de las crisis.
Otra de las razones que justifican una mirada optimista sobre el futuro es que el resultado de las políticas liberales ha sido tan ruinoso que ya muchos comienzan a sentir que el fracaso no le es propio. Sino que, el fracaso es de un modelo social cuyas reglas le impidieron crear un mundo sin desigualdades, modelo generador de pobreza, desnutrición, desertor en la atención de la salud y la educación; es decir: un modelo genocida.
Una nueva sociedad está surgiendo, y todo cambio volverá necesariamente a ser reflejado por el Tango. Por lo pronto la difusión del Tango ha aumentado notoriamente, tanto en nuestro país como en el resto del mundo; siendo el género musical más reeditado del momento.
Cuando los fenómenos sociales y culturales son auténticamente populares, justos y están profundamente enraizados en la memoria colectiva difícilmente puedan erradicarse; y podríamos afirmar, con la prudente distancia, que así como en nuestro suelo los jóvenes “desaparecidos” parieron a mejores madres, las culturas populares “desaparecidas” ayudarán a parir nuevas y mejores sociedades. ¡ Que ejemplo valioso nos otorga nuevamente la dialéctica de la naturaleza. ! Parece reafirmar una vez más que el hombre no sólo es un producto de la historia, sino que también, es un sujeto activo de transformación.
La superación definitiva de esta situación requiere recuperar una amplia participación social que profundice el sentido de solidaridad que poseen los pueblos. Una democracia real no se consigue solo con votar cada dos años, sino en el compromiso diario con nuestros intereses.
Precisamente luchar por nuestra CULTURA POPULAR es uno de esos intereses porque la destrucción de un pueblo siempre lleva implícito el debilitamiento de su identidad cultural, falseando la unidad de conocimientos históricos y presentes que le dan cohesión a su acción. El resultado buscado es la ignorancia y la desinformación para ocultar las verdaderas causas de sus padecimientos, induciendo al enfrentamiento entre pares por cuestiones implantadas, generalmente absolutamente secundarias. Es el paso previo para el DESPOJO MATERIAL que, aunque nunca sea confesado es el objetivo final y supremo de los imperios y los sectores dominantes. Cuando esos objetivos no se consiguen por aquellos “sutiles” medios del falseamiento cultural e ideológico, no vacilan a recurrir a métodos abiertamente represivos, como también la historia de América Latina lo demuestra ampliamente.
Una sociedad organizada tras sus intereses comunes, puede resultar indestructible, también la historia ha dado profusos ejemplos al respecto. La sensibilidad, la libertad creativa, la carencia de prejuicios y el coraje, elementos contenidos en la cultura tanguera, son también imprescindibles para que una sociedad no solo sepa preservarse, sino fundamentalmente para encaminar el destino hacia su permanente desarrollo. Nadie nos puede negar el derecho a defendernos y soñar con un futuro mejor. Ya solo por el hecho de mantener viva la esperanza retemplaremos nuestro espíritu. Y al ayudar a modificar la realidad sentiremos la infinita satisfacción de ser parte de la historia. Nadie hará las cosas por nosotros, no existen salvadores milagrosos.
Soy conciente que algunos no verán al Tango con esta mirada. Como todo Arte Popular allí esta él, para que cualquiera lo aborde desde sus propias motivaciones; pero esta mirada es la mía, en las antípodas de las de aquellos que lo combatieron o de aquellos que, como Menem, lo utilizaron para acercarse a un pueblo al que luego irían a traicionar.
Mi concepto del arte y la cultura no está ligado a la cantidad de conocimientos ni pericias que se posean, sino a la cualidad de esos conocimientos, no pretendo crear “divos”, sino seres humanos lo más completos posible, capaces de resignar algo de lo propio para estar en armonía con sus pares, igual que una pareja que baila amalgamadamente un tango. Los auténticos milongueros saben muy bien que hay valores superiores al movimiento individual, es el placer de hacerlo en armonía con el otro y con los otros. Más allá de las lógicas excepciones, El Tango siempre fue un hecho ligado a lo social y colectivo.
Por todo ello desde este Taller tanguero invitamos a todos a sumar su aporte.
ACTIVIDADES del TALLER: En “El Clan del Faro” Calle 65 Nº 2769