Hacer política en EL INTERIOR
Algo de lo que ya hablaba Gramsci
El fenómeno de los huevazos de un grupo de ruralistas santafesinos a Agustín Rossi, es decir al gobierno de Cristina, nos invita a explorar un costado del hacer política en el interior. Así también es curioso como fenómeno ideológico cultural los escraches en algunos pueblos de la provincia de Buenos Aires a artistas progresistas que se pronunciaron por las retenciones y la mejor distribución de las riquezas, posiciones que el poder concentrado del agro, los consorcios cerealeros y la derecha sojera interpretan como “enemigas del campo”.
No debe sorprendernos, ¿acaso no hay patotas en el interior… o solamente en la gran urbe, Buenos Aires..?
La globalización no es un invento.
Pero hacer política en el interior tiene sus bemoles. En nuestros pequeños paraísos pueblerinos de la provincia y del país, donde cultivamos la esencia del espíritu patricio de una Argentina grande y maravillosa, gauchesca y heroica, ocurren también actos vergonzosos, y también estamos atravesados por ciertos gestos antidemocráticos de los señores dueños del poder mediático. Nos conocemos, es cierto, en el cara a cara doméstico en nuestros pagos y pequeñas ciudades, cosa que no excluye que se expresen los choques de intereses y las travesuras del poder hegemónico tal como ocurren en las anónimas grandes ciudades, como por ejemplo que la empresa distribuidora de TV Cable local nos prive cada tanto de la señal de la TV Pública, canal 7, hasta que algún vecino eleva su protesta, o recorte la divulgación de las voces del campo popular cuando se enfrentan a la cultura dominante regional… son las trampitas antidemocráticas de quienes se ofrecen como defensores y garantes de la democracia. ¿Les suena?
La política en el INTERIOR
Sí, también aquí se hace política y ocurren embates ideológicos y choques de intereses monumentales… ¿o acaso no ocurrieron en nuestras tierras sucesos heroicos, trágicos también, en esta historia de luchas fraticidas en los dos últimos siglos de la patria?
Luchas en la construcción de nuestro ser nacional.
Del SER UNO, es decir de lo que unifica sin diferencias en símbolos y metáforas de lo único, unido, homogéneo, semejante y comunitario.
Lo uno y lo diverso
Pero ese ser uno parece naufragar y volverse ilusorio cuando chocan intereses económicos y la cuestión de la riqueza; las reales diferencias de la inequidad. Y si no miremos, por ejemplo, a la medialuna boliviana con sus riquezas terratenientes enfrentadas al altiplano y al mundo aborigen del pobrerío.
Es decir que lo diferente y lo que separa se desoculta cuando chocan intereses, en este caso económicos y sociales, pero también productivos, culturales y hasta ecológicos. ¿Acaso las retenciones no actuaron como un catalizador de esas diferencias entre vecinos en el interior… el llamado campo…?
Campo y ciudad
No deja de ser una novedad, una inquietud de lo incorrecto y un fenómeno subjetivo disonante para un vecino de un pueblo o pequeña ciudad, el estar frente a frente en un choque de intereses, en un mirarse con cierta hostilidad. Esta vivencia, constructora también de subjetividad, es diferente para un parroquiano que para un habitante de una ciudad de millones como puede ser Buenos Aires o Rosario. La experiencia de lo ajeno, del otro, no es la misma. No es igual que un vecino de la vereda de enfrente me corte el paso en la rotonda de salida de Quequén, que lo haga un grupo de desconocidos en Corrientes y Callao. Los lazos, los parentescos, los favores recibidos, los tratos comerciales y profesionales cotidianos… en fin… lo del día a día en una pequeña ciudad… saben a qué me refiero: hablo del amplio abanico que hay desde las convicciones profundas hasta las adhesiones compulsivas y por conveniencia.
Podríamos interpelar a esta cuestión de la obstinación de los K en cuanto a las retenciones y la DISTRIBUCIÓN DE LAS RIQUEZAS y la cuestión del ESTADO NACIÓN como un obstáculo, un malestar en el sueño de una sociedad unida y única… una intención mórbida dicen algunos de querer dividirnos con intereses mezquinos y enfrentarnos entre argentinos… y entonces nos quedaríamos muy tranquilos apostando a que un Macri o una Carrió… o un Narváez junte las aguas de la derecha histórica nacional y la derecha peronista y nos haga creer que con una vuelta al neoliberalismo o algún invento renovador del capitalismo en crisis todo volverá a la armonía y a un porvenir de orden y concierto. Pero resulta que cuando vuelve el pensamiento a escena y cuando se recupera la dimensión histórica, la noción de las diferencias, el cultivo de la política y el reconocimiento de lo ideológico y de las grandes narrativas emancipatorias, como hoy ocurre en América del Sur, entonces se producen fenómenos de irreversibilidad que desembocan necesariamente en nuevas propuestas, en nuevos horizontes de transformación social. Lo que había ya no sirve. Hay una apetencia de LO NUEVO y según parece lo nuevo es resistido por lo viejo, lo que caduca, lo que ya no empuja para adelante en una sociedad sino que se repliega en defensa de sus privilegios.
Cuando la transformación aparece como posible
Esta es una cuestión hoy: el privilegio del poder concentrado económico del agro que se opone al real crecimiento y desarrollo de los pueblos y economías del interior pero que aún se muestra como metáfora del bienestar que daban los patrones de estancia y terratenientes de otras épocas con una mezcla de bonhomía y usos patriarcales tradicionales hacia un campesinado laborioso.
La construcción de subjetividad y la ideología
Hay una construcción de subjetividad con características campesinas, pueblerinas si se quiere, quizás no suficientemente estudiada por nosotros, que para nada se resume en el discurso de la gran ciudad de Buenos Aires.
Pero los intereses y el capital aquí y allá, en los pequeños pueblos y en las grandes ciudades, con expresiones quizás diversas, conforman un núcleo fuerte en la superestructura de nuestra sociedad. Claro, no podría ser de otra manera. Tocá el bolsillo del poder hegemónico… hablá de la distribución de las riquezas, y probarás el castigo del capital concentrado, aquí, en Bolivia, en Paraguay, en Venezuela, en Palestina y donde ocurra.
Quienes vivimos en las lejanías de la gran urbe, estos pequeños, mínimos gestos de intolerancia los conocemos. También aquí en el sudeste. Durante la epopeya de los cortes de ruta del año pasado y agitados por la Mesa de Enlace mediática. En pequeños ámbitos del poder local o regional ligados a la Sociedad Rural y a algunas asociaciones agropecuarias locales y regionales contrarias a las retenciones y con fogoneo y participación de la oposición sistemática al gobierno nacional. Con carteles estamos con el campo y una suerte de miradas de reojo entre vecinos y una narrativa cotidiana en las calles, comercios y concejos deliberantes. No se masifican ni se difunden cuando se transforman en atropellos o escraches, ni son anunciados con tiempo, porque sus propulsores saben que no solo no tendrán apoyo masivo sino que se organizarían inclusive contra-piquetes con orientación popular y con argumentos bastante más contundentes: la inequidad social, la educación, la cultura, los derechos humanos.
Son inteligentes: saben que instalar un debate explosivo en los ámbitos ciudadanos puede derivar en visibilizar un discurso transformador que revele la inequidad y lo ilusorio del beneficio social de la acumulación de la renta en pocas manos.
Quienes hemos visto y desfilado con miles en las calles de Necochea por los Derechos Humanos sólo podemos mirar con sorpresa algún escrache nacido de estas maniobras sorpresivas en defensa del campo.
El estudio de lo local en el interior
Pero el problema no es la magnitud de un acto callejero a favor o en contra de determinada política de un Estado Nación que tiene el derecho soberano de intervenir en las políticas de distribución de las riquezas, sino el estudio crítico del fenómeno narrativo cotidiano entre los vecinos de un pueblo o de una ciudad chica o mediana como Necochea; algo que tiene que ver con el sentido común [diferente al buen sentido, diría Walter Benjamín] y lo que se dice entre parroquianos y vecinas cuando se encuentran en el almacén de la esquina, de la ruta, o en el supermercado de la cooperativa.
La cuestión a estudiar son esos argumentos estereotipados que conforman pautas discursivas domésticas del día a día, que explicarían de una manera simplificada la realidad, que crecen al amparo del poder hegemónico cultural y que hace que muchas veces alguien defienda los intereses de otro con quien no tiene ninguna cosa en común [y no por solidaridad sino por ignorancia]; por ejemplo que un pobre defienda los intereses de un rico [cosa que no está mal en sí misma] en contra de sus propios intereses [cosa que sí está mal y es insano además].
Cuando nos abrimos a la política
Gracias a Dios, que nos asiste tanto en el campo como en la ciudad, pero principalmente gracias al factor humano, es decir nosotros, ahora podemos discutir política. Así, a calzón quitado. Por ejemplo podemos llamar patota a una patota ocurra en Buenos Aires, allá donde todo ocurre, o en un pueblo de Santa Fé, del interior, o aquí en una ciudad del sudeste como Necochea. Y podemos hablar de las pobrezas y las riquezas y enlazarlo a los problemas sociales, o a la salud mental, o a los medios de comunicación. Claro que encontraremos luego el límite a que nuestro pensamiento crítico se proyecte en lo mediático masivo de acuerdo a los contenidos de lo que digamos y cuanto pueda molestar a los señores más poderosos; no nos van a divulgar nuestras ideas y nuestras propuestas de debate en ningún medio, sea radial, televisivo o gráfico, que juegue para la nueva derecha. Sabemos los límites de esta democracia y esta libertad de libre empresa donde la mayoría de los medios conforman una red oligopólica internacional, nacional y regional, aunque claro está reciten sus nobles intenciones por la democracia y la libertad.
Los problemas de la política local
Por ejemplo podemos decir que aquí en el sudeste de la Provincia de Buenos Aires la riqueza se juega entre los grandes del poder del agro, la comercialización oligopólica y los terratenientes medianos, que concentran gran parte del poder del capital, y de ahí entonces las inclinaciones políticas de varias agrupaciones partidarias, instituciones intermedias y gremiales… y nos preguntamos: ¿se pueden analizar los sabores y sinsabores de la UATRE de los trabajadores rurales, o de los camioneros [y de si son dueños o no de camiones] sin tener en cuenta ese poder del agro y las amistades e intereses compartidos con la patronal de aquellos mismos trabajadores? y por lo tanto… ¿cómo comprender los alineamientos de la CGT local [cuyo dirigente máximo apoyó los cortes de ruta y a la derecha en general], con las diferencias en su orientación y práctica respecto a la CTA local encarnada ésta decididamente en el apoyo a las luchas de los trabajadores y las transformaciones sociales pero con dudas también y vacilaciones respecto al campo?
Otros interrogantes
¿Acaso se puede analizar el fenómeno mediático regional del sudeste, diarios, televisión y radios, sin medir el peso del capital regional y su capacidad financiera y de publicidad en esos medios de difusión…? y también, ¿qué rol ha jugado el Ecos Diarios, nuestro diario local, en la política regional?
¿Podemos prescindir de los intereses del poder económico regional cuando analizamos los guiños del radicalismo con el intendente Molina a la cabeza hacia el campo brindando con los cortes de ruta hace menos de un año… y el silencio y complicidad de la derecha peronista y de algunos sectores de la vida política local como lo que podríamos llamar socialismo de derecha [seguidores de Giustiniani]…?
Gramsci (*) ya decía que tenemos que estar muy atentos a la dimensión cultural e ideológica y a ese nivel de pensamiento que transcurre en lo cotidiano real y que se constituye en sentido común y en palabras y frases repetidas… y estudiarlo en el lugar donde uno vive. El foco de los intelectuales de Carta Abierta Necochea debe estar centrado aquí, en Necochea, en Quequén, en el sudeste, sin desentendernos claro de lo nacional, de América del Sur y sus luchas emancipatorias, y de lo universal y las luchas por la democracia y la libertad en lugares tan lejanos como el Medio Oriente y Palestina. Como dice Pete Seager: “piensa globalmente y actúa localmente”.
La superestructura y el debate cultural desde los intelectuales y profesionales en el interior
Entonces nos podemos cuestionar: ¿qué piensa un trabajador rural, un tractorista de una empresa contratista y un campesino pequeño de la cuestión de las retenciones, la soja, el poder agroexportador, los salarios del campo y las condiciones de vida con los plaguicidas y fertilizantes…?
Otra pregunta a hacernos: ¿qué podemos agregar desde nuestro lugar de trabajadores intelectuales de la salud, de la educación, de la cultura, de la economía… cómo interpelamos esta realidad a transformar desde nuestro saber y nuestra práctica…?
Y también es una cuestión central a debatir en esta lucha política por la democracia y la emancipación nuestras propias incomodidades en el pronunciamiento público de nuestras reflexiones y críticas acerca de esta realidad, ideas que suelen ser antipáticas para el vecino, el compañero de hospital o escuela. No es lo mismo la censura de un lector desconocido en una gran ciudad que ganarse la antipatía de un cliente o de la familia de un paciente… ¿o sí?
Estas son algunas preguntas que podemos hacernos en Carta Abierta Necochea junto a los vecinos y abrirlas a un debate tal como lo hicimos en el 2008 con la cuestión de los medios y la necesaria revisión de la Ley de Radiodifusión y Medios de la dictadura.
(*)"Fíjate lo que esta sucediendo, ahora es que están comenzando a comprender ustedes lo que plantee hace años, el problema de la hegemonía no es simplemente la cuestión de quien controla el poder político o el aparato del Estado, la hegemonía cultural es algo más complejo y complicado, en la que participan todas las mentes de la sociedad… ¡Fíjate que paso con la Unión Soviética y todos esos intentos de revolución socialista, mas allá de otros errores, no supieron enfocarse en el verdadero problema hegemónico que no está en los medios de producción, en la burocracia del estado o en las leyes; no se concentraron en la cotidianidad que reproducen cada una de esas mentes, en sus complicidades mutuas que reproducen un esquema subterráneo inconsciente. Date cuenta que este problemita… con los medios de comunicación, con la burocracia y la corrupción que ustedes tienen ahora lejos de ser algo negativo los va a fortalecer a ustedes. Ellos, la derecha y el imperialismo, se están renovando en su táctica y estrategia, y esto va a obligarlos a ustedes a hacer lo mismo. Esto no es malo, por fortuna están ellos, no importa lo estúpidos que sean, son una oposición interna y externa que los ayuda a ustedes a desarrollar anticuerpos".
[Estas frases son extraídas de un texto de Miguel Posani, fuente: Aporrea, Jueves 23 de octubre de 2008 NODO50, donde el autor imagina, sueña, un encuentro actual con Gramsci.
Gustavo González Ramella
Carta Abierta Necochea
lunes, 9 de febrero de 2009
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